Me gusta escribir en el blog, pero me gustaría más que algún editor me diese un poco de espacio en un periódico. Y que me pagase por ello.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Milicias fuera!

Texto original del publicado en Il Quadrante, l'eco di Bergamo 

La aplicación de la Ley 27, aquella que urge al gobierno libio a acabar con las milicias que campan a sus anchas por Tripoli, es una tarea mastodóntica. De hecho, el primer paso del plan para implementarla es saber cuántas milicias hay en la capital y de cuántas armas disponen. No es tarea fácil.

Las milicias que vencieron a las fuerzas leales a Gaddafi en la capital se ganaron en su día, hace más de dos años, mantener aquellas bases que conquistaron. La idea del Consejo Nacional de Transición y, después, del gobierno libio, era oficializarlas para más tarde convertirlas en parte de las fuerzas de seguridad del Estado. Pero no contaban con que cada milicia tuviera una agenda propia. No contaban con que los grupos armados se resistieran a ceder su parte de poder.

Y así pasaron los meses. Y los años. Las milicias controlando sus barrios, extorsionando, deteniendo, torturando e incluso asesinando a los ciudadanos o a miembros de otras milicias, como denuncia un informe de Human Rights Watch. Convirtiendo a Tripoli en un caos donde los vencedores son los que tienen más armas. Secuestrando al Primer Ministro, cerrando plantas petrolíferas a lo largo y ancho del país, bloqueando puertos… 

Como decía Wajdi, joven policía a quién Gaddafi apresó 115 días durante la guerra, "antes teníamos un Gaddafi, ahora tenemos diez".

Hasta que el 15 de noviembre una manifestación ciudadana contra las milicias acabó con 47 personas muertas en tres días de refriegas.

La masacre ocurrió en el barrio de Ghargour. Las milicias de Misrata ocupaban allí lujosas villas, que conquistaron durante el cerco de Trípoli, y no tenían ninguna intención de devolverlas o retirarse. Estar presente en Trípoli es necesario para participar en los negocios de la capital, aunque sea a base de imponerse por las armas. Los ciudadanos del barrio, sin embargo, estaban hartos de los de Misrata, que les hacían la vida imposible.

Pero la matanza ha hecho cambiar las cosas en la capital, por lo menos de momento.

Pocos días después, los líderes políticos de Misrata ordenaron que sus milicias se retirasen de Trípoli. Y así lo hicieron. La gente en la capital se ha hecho fuerte en su reivindicación y muchas milicias, en gesto simbólico, han entregado sus bases en la ciudad a las fuerzas de seguridad del estado. El grito en la calle es unánime: "Libia, ejército y policía".

Aún así, pese a que la presencia de las fuerzas de seguridad (muchos de cuyos miembros no van armados) se haya incrementado en las calles, no todo el mundo está convencido de que las cosas estén cambiando. "Que hayan entregado el poder es simbólico y, además, ya lo habían hecho antes", se oye en una charla informal entre amigos. "Habrá que ver si esas milicias han vuelto dentro de unas semanas". Las dudas son lógicas: las milicias se marcharon sin entregar sus armas, tanques incluidos. 

De igual manera hablaba Mustafa Abu Shagour a este periódico durante la manifestación del viernes después del asesinato de los manifestantes frente a la mezquita Al Quds. Abu Shagour es un pequeño símbolo de lo que sucede en Libia, ya que fue el primer Primer Ministro elegido por el Parlamento libio tras las elecciones pero no pudo ejercer por ser incapaz de formar un gabinete leal. "La gente esta aquí hoy para pedir justicia para los asesinados la semana pasada y para asegurarse de que los que dicen que se han ido, realmente se han ido. Hay cierta desconfianza sobre ello", decía en la plaza, junto a miles de ciudadanos.

Sea como fuere, la anarquía sigue reinando en la mayor parte del país. Las calles siguen vacías cuando se hace la noche y los asesinatos sumarios siguen siendo noticia. Hace una semana, Fawzi al-Zuwki, miembro del consejo de sabios de la ciudad de Derna, fue ejecutado a la salida de la mezquita tras el rezo del mediodía.

Lógico. Si el gobierno es incapaz de garantizar la seguridad en Trípoli, mucho menos lo es de garantizarla en el resto del país, convertido en una suma de ciudades estado.

En la ciudad de Benghazi, hace días que el ejército leal al gobierno local, que por cierto, se declaró autónomo hace un mes, está luchando contra los miembros de Ansar el Sharia, un grupo islamista radical que pretende aplicar la versión más rigurosa de la ley islámica en el país. Parece que fueron los propios ciudadanos quienes atacaron primero a Ansar el Sharia, hartos también de sus maneras. El fin de semana, una milicia liberó a 40 presos de una cárcel en Sabha, en el sur.

Y es que en Libia mucha gente tiene armas. Durante una de las concentraciones diarias en la plaza Al Jazair que durante dos semanas han protestado por la matanza de los 47 mártires de Trípoli, Nabil, trabajador en una empresa de petróleo de 31 años, decía: "Tengo una pistola y no se la voy a dar al gobierno porqué no me puede proteger". Y no parecía un tipo agresivo, al contrario, pero nunca se sabe. Eso sí, Nabil también ofrecía soluciones a los problemas. "Para unir el país tenemos que unir nuestras mentes. Tenemos un pensamiento regional, pensamos como tribus. Gaddafi nos hizo así. Se solucionará a paso de bebé".

A su lado, Haitam, un geólogo de 33 años vestido con la tradicional gilaba árabe, buscaba en los orígenes del problema: "Todo es por los 42 años de ignorancia. Hemos tenido 42 años de destrucción educativa… necesitamos tiempo. Al final, estamos en el buen camino, soy optimista".

No hay comentarios:

Publicar un comentario